... no tiene centro

La vulnerabilidad no tiene un centro

La sensibilidad implica vulnerabilidad. Somos sensibles a nuestras reacciones, a nuestras heridas, a nuestra atormentada existencia; o sea, somos sensibles a nosotros mismos y en ese estado de vulnerabilidad, hay egoísmo y, por lo tanto, podemos ser lastimados y volvernos neuróticos. Ésa es una forma de resistencia que se centra esencialmente en el yo. La fuerza de la vulnerabilidad en cambio, no es el egocentrismo, es como esa hoja nueva de primavera que puede resistir los fuertes vientos y florecer. En ese estado de vulnerabilidad uno no puede ser lastimado bajo ninguna circunstancia. La vulnerabilidad no tiene un centro, no tiene yo, tiene una enorme fuerza, vitalidad y belleza.
Aprender es vivir, Cartas a las escuelas, tomo II.
 
 

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